De buen comer y algo borrachín, el Olentzero vivía aislado en la montaña haciendo carbón vegetal. Todos los inviernos bajaba al pueblo para vender el carbón que había hecho. No le gustaban mucho los niños y los niños se escondían de él, pues corría por el pueblo una historia que decía que se llevaba a los niños que no se dormían en Nochebuena.

Pero un día vio una casa en llamas y a dos niños que se habían escondido de él, atrapados en ella. Sin pensárselo dos veces entró a salvarlos y así lo hizo, pero él no consiguió salir de la casa.

Un hada muy buena que vivía en los mismos bosques que el Olentzero se compadeció de él por su buena acción y lo devolvió a la vida dejándole a cambio un encargo.

Desde ese día el Olentzero baja todos los años del monte por Nochebuena para repartir juguetes entre los niños.